Las tres Marías, la M, la C y la P, caminaban impunes por las calles de cualquier pueblo o ciudad y nadie osaba contradecirlas por más que sobraran razones.
Cierto día una de las Marías se encontró un león por la calle y, enfrentándose a él, le gritó.
-¿Dónde va Ud. con esa melena tan larga y descolorida.? ¿No sabe que está fuera de moda? !No se lleva ni ese corte ni el color! - Y reía y reía girando sobre sí misma-.
Y de un "solo" bocado, el león, se la tragó
¡Ay! ¡Qué dolor! ¡Qué dolor, qué pena, que se la tragó! Y quedan dos Marías. ¡Qué dolor! ¡Qué dolor!
Pocos días después otra de las Marías, sucia ella, se topó con un elefante en medio de la acera.
-¡Vaya trompa que lleva el señorito! Y ¡ qué gordura, monada! ¿No sigues la dieta mediterránea?- Y reía y reía entre palmas aflamencadas.
¡Ay! ¡Qué dolor! ¡Qué dolor, qué pena, que desapareció. Sólo una M queda ¡Qué dolor! ¡Qué dolor!
Y delante de un minúsculo ratoncillo se detuvo.
-¡Socorro! ¡Un espematozoide con cola! - Gritó.
Y corría y corría hasta que el tranvía, entre sus ruedas, se la llevó.
¡Ay! ¡Qué dolor! ¡Qué dolor, qué pena, que se la llevó! Ya nada queda. ¡Qué dolor, qué dolor!Moraleja: Si ves las tres Marías, ¡qué dolor, qué dolor, qué pena que sea un cuento!
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