14 de Mayo: Día mundial de la hipertensión
Roger ya tiene 12 años. Hace menos de dos semanas celebró su aniversario con un grupo de amigos y amigas. Se habían reunido unos treinta compinches. Sus padres disponen el espacio necesario en el chalé que compraron cuando se instalaron en Gavá Mar..
La obesidad está relacionada con la Hipertensión.
Uno de cada tres niños españoles tiene sobrespeso Es necesario comer bien en variedad y cantidad.
Un chico o chica de catorce años necesita aproximadamente 2300 calorías. Si hace deporte un 30% más
y si sólo juega a consola un 10% menos.
Roger ya tiene 12 años. Hace menos de dos semanas celebró su aniversario con un grupo de amigos y amigas. Se habían reunido unos treinta compinches. Sus padres disponen el espacio necesario en el chalé que compraron cuando se instalaron en Gavá Mar..
Fue una fiesta por todo lo alto. Nada faltaba encima de las mesas dispuestas en el centro del jardín. Chucherías de todas las clases, bocadillos, tartas de crema , nata y chocolate, bebidas gaseadas, sabor cola, naranja o limón, etc. Dos camareros debidamente uniformados, contratados para el evento, cumplían todos los caprichos de aquella pandilla de amigos que intentaban divertirse entre kilos y kilos de comida.
De los regalos mejor no comentar nada y pasar de cuento. Una esquina del garaje había quedado inutilizada con los que sus amistades le habían entregado al llegar, después de besarlo, felicitarlo y abrazarlo. Roger apenas los miraba, los regalos; poseía tantos que, cualquier objeto que le regalaban, siempre se imaginaba que aquel ya lo tenía.
Lo que realmente le volvía loco, a Roger, era la comida. Las chuches eran su plato favorito. A todas horas había en su boca un chicle, una patata, una hamburguesa, un frankfurt… Su glotonería no tenía límites. En su fiesta se atiborró de dulces y chuches hasta el punto de encontrarse tan mal que su Madre tuvo que acudir con él a emergencias porque pensaba que moriría del empacho.
Al levantarse por la mañana, bastante repuesto, notó un vacío enorme en su estómago y se sintió más ligero que de costumbre. Estaba en estos pensamientos cuando vislumbró una nota, colocada para ser vista, sobre la mesa de la televisión. Se acercó intrigado, la levantó y leyó
Hola y adiós Roger,
Soy tu barriga. ¿Habrás notado que te falta? Te abandono por uso indebido de mis instalaciones internas. Ya estoy harta de tantos abusos y despreocupaciones hacia mis concavidades.
Con esos atracones que te das en las merendonas de tus fiestas e invitaciones, me has obligado a desarrollar una capacidad de almacenamiento superior a lo humanamente permitido y, lo peor, es que siempre estoy a rebosar. Y ¿para qué? La comida sale lo mismo que entra, sin masticar, entera, sin asimilar, sin digerir,… No puedo descansar con tantas digestiones pesadas que me obligas a preparar. Dolores de barriga me invaden por doquier y ya estoy atiborrada de “primperan” e iboprufeno. No te cuento los estragos de los espamos de tus vomiteras… He temido hasta por mi ombligo por si explotaba. ¡Menos mal que el capricho del piercing no te lo consintieron tus padres! , si no ¡explosión segura!
A partir de esta fecha quedan suspendidas todas las actividades de mi barriga.
Excusas de salir a buscarme. No volveré y tú lo sabes.
Sin rencores.
Mi barriga (antes tu barriguita)
..
Roger quedó atónito, con los ojos fuera de las órbitas y medio mareado. Se acercó al espejo del armario y, del impacto, no se desmayó de puro milagro. Escapando y sin mirar atrás, veía cómo su barriguita se alejaba en las inmensidades de su reflejo. Quería hablar y gritar, llamarla, pero eran palabras mudas que se repetían y repetían pero sólo con los gestos de los labios y los brazos.
Se sentó por inercia, casi sin esfuerzo y allí, donde antes había una oronda redondez sobresaliente, quedaba una cueva interna de paredes traslúcidas que le llegaba hasta las vértebras lumbares. Su ancha cintura había desaparecido y se había perdido el soporte de sus calzoncillos de CK. Ante su exagerada respiración se asomaban los bajos de sus pulmones libres de la presión a que eran sometidos anteriormente. Se veía como un espantapájaros al que habían despojado de la parte central de su cuerpo con las piernas colgado al estilo de los títeres de las ferias y mercados.
Era tanta la agitación que se le nubló la vista. Su cuerpo se encogió, se enroscó como un ovillo, se ladeó y se quedó dormido sombre el parquet.
-¿Pero, qué hace en el suelo mi osito de peluche?- Así lo despertó su madre a las 10 de la mañana del sábado con una bandeja de desayuno llena de pasteles y chucherías.- ¿No has dormido bien? ¿Qué haces con las manos cruzadas sobre tu barriguita? ¿Todavía te duele?
Roger abrió los ojos lentamente ante las preguntas de su madre. Lo primero que hizo fue comprobar el aspecto de la parte redonda de su cuerpo y al ver la barriga en su sitio, miró la bandeja y le susurró a su madre.
-¿Sabes una cosa, mamá? Hoy no me apetece desayunar. Todavía no me encuentro la barriga. Será por el “primperan”. – Y su mirada se dirigió al espejo y, allá, en el fondo, quedaron los ecos de un cuento y una despedida.
No savia que era el día de la hipertensión arterial, lo que aprendo leyendo tu blog
ResponderEliminarHoy en la playa me he acordado de este chico, estaba por buscarlo, no he encontrado la puerta, quizás la próxima vez vengas y me ayudes a encontrarlo.