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Nací como un cuento. Crecí como un diario y pienso irme como una historia.

domingo, 15 de mayo de 2011

CAROLINA LANCASTER MÖTA



          Con una dedicación especial para todos los alumnos de segundo de ESO que vivieron esta      presencia en el pasillo de la 104.


       Desde un rincón del pasillo de las aulas de primero Carol contempla el continuo  ir y venir de sus nuevos compañeros. Siempre acude a ese rincón,  junto al aula 104, desde el cual mantiene  una visión panorámica de todo el pasillo hasta los ventanales del bar. Son sus dominios.
Lo más emocionante, los intercambios de clase. Siempre se encuentra con los mismos compañeros que se mueven de una clase a otra. Corren unos detras de otros, juegan y alguno, a veces, ha estado a punto de chocar contra ella. En estas situaciones protege la cara con sus blancas manos y espera que el peligro pase a través de su cuerpo como una exhalación. Lleva tantos años sintiendo la mismas sensaciones que, aunque son completamente nuevas y inesperadas, mantienen un punto de conexión con todos los años del pasado.
Este año ha sido diferente, en los inicios de clase a las mañanas y a las tardes, sus compañeros apenas corren y juegan; se sientan como ella, con  una tele en sus manos y escuchan música, mueven muñecos por la pantalla y  sacan fotos instantáneas; se agolpan todos sobre alguno de ellos para ver sus logros en Internet y casi no se puede ver nada. Muchas veces se siente incómoda, decepcionada y traicionada. Su curiosidad  la fuerza a "colarse" entre los cuerpos de sus compañeros y plantarse delante de aquella pantalla abierta. Esta vez se sorprendió al ver su imagen proyectada en la pantalla como un espejo.
En unos segundos el silencio se fue haciendo palpable. La única  imagen proyectada sonreía, se movía y hasta gesticulaba. Detrás se podían ver las caras sonrientes, primero, y sorprendidas después, de unos cuantos que miraban atentos la pantalla. Cuando Carol tuvo conciencia de lo que estaba sucediendo y vio las caras cada vez más asombradas de sus compañeros, abandonó precipitada el lugar privilegiado delante del "espejo" y regresó atravesándolos como una niebla, a la puerta de emergencia. La abrió y cerró dando un portazo que atrajo la atención de todos los compañeros. No había nada al final del pasillo.
-¿Cómo has hecho eso? ¿Qué programa has utilizado para mezclar las imágenes?- preguntó Alexis con cierto interés por el fenómeno.
-¡La puerta de emergencia se abrió y cerró y yo no vi a nadie hacerlo! -dijo Laura un poco temerosa y con cara de incrédula
-Tiene razón. Esa chica ha salido por esa puerta pero nadie la ha visto. - aclaró Eric, dándole un tono de broma.
-¡Habrá sido un fantasma!- continuó con voz hueca Iván. Y movía los brazos como si levantara el vuelo. -¡Un zombi! La compañera de Vanessa (1)
De repente un  grito seco, profundo y aterrador invadió el pasillo de primero. Todos los que se encontraban fuera de sus clases enmudecieron y quedaron paralizados. Volvió a abrirse lentamente la puerta de emergencia impulsada por un soplo de aire frio. El grito lo invadió de nuevo con un eco largo y repetido. Todos los alumnos salieron en desbandada hacia sus clases, unos gritando de terror y otros mudos,  mientras la puerta se cerraba de nuevo con extrema violencia.
Cuando llegó la primera profesora al pasillo se extrañó de la quietud que llenaba la entrada a las clases y las propias aulas. Nunca había visto a los alumnos en un silencio tan sepulcral, sentados  y sin atreverse a respirar. 
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Han pasado ya once años desde la desaparición de Carolina Lancaster Motta. Incorporada a las clases al inicio de curso, septiembre de 2000 , el tutor, F.R.L,  nunca pudo  ( ni conseguiría) contactar con sus padres o tutores legales y mantener una entrevista para recabar los datos principales de la alumna.  Desde un principio se mostró arisca y con un carácter agresivo. Sus ojos parecían apagados pero con un fuego interior que contrastaba con la falta de rasgos de emoción externa en su cara. Su actitud en la clase  estaba marcada por un pensamiento estático. No tenía amigos y si alguno conseguía mantener una conversación con ella sabía que había venido de Rumania, de un pueblo del norte, cerca de la Valaquia. Los otros datos, sencillamente, habían desaparecido.


Todo sucedió el 6 de Junio de 2001, el año de la serpiente. Una luna llena iluminaba el cielo dándole una tonalidad de hielo. Eran las 12 de la noche y todas las clases del pasillo de primero se iluminaron con fuego y gritos de horror que  invadieron el contorno del centro.
Vecinos alarmados por los hechos avisaron a los bomberos y cuando estos llegaron, doce minutos después, todo estaba en silencio. Las clases donde se había divisado fuego estaban desiertas y únicamente un olor a humo y a quemado provenía de la última aula del pasillo, la 104, justo al lado de la salida de emergencia. Allí descubrieron algo parecido a un animal alargado cuyos restos ennegrecidos y retorcidos por el fuego despedían un olor a grasa quemada y dibujaban en el suelo, entre los pupitres, unas letras que se interpretaron como  CLM. A su lado una chapa casi fundida llevaba la inscripción Vlad II(2)
El resultado fue la desaparición de Carolina Lancaster Möta. Después de esa fecha su rastro se perdió en el tiempo. Nadie la volvió a ver pero algunos opinan que su espíritu continúa todavía escrito en el centro.
       Por orden judicial se clausuró esta aula 104 y estuvo fuera de uso durante más de 4 años. Las investigaciones que realizó la policía científica, con pruebas forenses incluidas de los restos calcinados, descartaron su origen humano.
Muchos alumnos  que se atrevieron a merodear por esa zona del pasillo, recuerdan que, entre aquel olor característico a quemado y la sensación de humedad propia de las noches de luna llena, se sentía una presencia extraña que abría las puertas de la clase, que dibujaba letras negras ilegibles en la pizarra, y que, cada ciertos años y en la misma fecha, emitía sollozos y gritos aterradores  que se perdían en la cercana escalera de emergencia.
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-Seguro que se ha escondido aquí. – Aseguró Marc cuando presionaba  la barra de apertura de la puerta.
Unos ojos brillantes envueltos en una pesada niebla, en la que se formaban las tres letras CLM, se clavaron en él, con tanta fuerza, que el grito que escapó de su alma se sintió en los confines del pasillo. Mudo y aterrado, con las palabras atravesadas en su garganta, se giró como un autómata y corrió como alma que lleva el diablo.
-¡Miedica! – le gritó Pablo, y salió disparado detrás.
 La puerta se cerró de nuevo pero, Marc y Pablo, ya no se pararon a comprobarlo.

 (1) Cuentan que el año de la inauguración del centro, una niña llamada Vanessa, se escondió en esta misma salida de emergencia y que nunca más se supo de ella. Nadie puso ninguna denuncia de desaparición.
              (2) Vladislav II (nacido hacia 1390 -fallecido en 1447), conocido históricamente como Vlad Dracul ("Vlad el Dragon" dicho "el Demonio") fue el voivoda  de   Valaquia

      

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