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Nací como un cuento. Crecí como un diario y pienso irme como una historia.

viernes, 24 de junio de 2011

DOS CORAZONES

Marcos  no podía dejarnos todavía. Sus siete años no habían sido suficientes para decir adiós a tantas personas. Una estancia tan corta, tan desapercibida no podría tener sentido humano. Sin embargo, todos, habían aceptado ya  lo inevitable. Y Marcos esperaba en una habitación del Hospital, cansado, con respiración asistida, mirando de soslayo a su madre, que casi nunca se ausentaba, y dejando caer sonrisas intermitentes que provocaban infinitud de besos y de caricias.
-Mamá, no siento el corazón. Creo que se ha cansado de latir. – susurraba con un hilillo de voz a través de la máscara respiratoria
-No hijo. Es que está descansando. Después volverá a latir con más fuerza. ¡Ya verás!
Lo deseaba tanto que lo creía. Alguna solución le tendrían que dar. No podía ser que la vida de su hijo dependiese de un corazón. “Cogedme el mío, ya no lo necesitaré.””Mi vida dejará de tener sentido.” Eran frases de desesperación materna y de impotencia ante un desenlace anunciado.
A las seis de la mañana todo era movimiento en la habitación de Marcos. Enfermeras y médicos se movían con diligencia preparándolo todo, para  un trasplante urgente  de corazón.
Una simple llamada desde otro hospital había decretado emergencia y  protocolo quirúrgico y, según los cálculos,  el quirófano número 5 acogería la llegada del nuevo corazón y sería el protagonista de un milagro de la vida.
Cati había quedado muda de agradecimiento. Sentada en un rincón de la habitación dejaba hacer. Sus ojos, huérfanos de lágrimas, gritaban palabras al aire que nadie escuchaba.
-¡Gracias! ¡Gracias! Dios mío ¡Gracias! –era un susurro continuado.
Siete largas horas habían tardado en entregarle  a su hijo. Todavía estaba sedado. Monitorizado  en siete u ocho puntos vitales Marcos dormía suavemente. Un imperceptible movimiento  de ascensión de su abdomen marcaba los latidos de la nueva vida. El silencio era total entre los presentes y únicamente era interrumpido por los acompasados y rítmicos  bips del electrocardiógrafo.
Pero Marcos no dormía. Dentro de su alma había una lucha  de dudas entre dos vidas, entre dos familias, entre dos amores, entre dos corazones, entre… Un lucha de sentimientos, de olvidos y de recuerdos, de pasados y presentes que buscaba  un desenlace  en el futuro.
Al amanecer los ojos de Marcos se abrieron impulsados por la vida. Recorrieron toda la estancia lentamente como si se tratase de un primer reconocimiento, hasta posarse en Cati.  Una pequeña duda y vacilación hicieron temblar sus labios resecos  hasta que pronunció la primer palabra de agradecimiento
-Mamá… - y se quedó así, esperando.
-Hijo…- susurró.  Cati estaba a su lado como si supiera que sus ojos se fueran a abrir en aquel preciso momento.
-Ya siento el corazón. –y arrastró con suavidad la mano de su madre hasta colocarla sobre el costado izquierdo.- ¿Lo notas , mamá? – y se quedó escuchando.
-Parece un caballito galopando…
-Es diferente. Ahora me habla pero no entiendo lo que dice. –puso la duda en su madre.
-Te dirá que te animes y que no duermas tanto.
-No. Digo que es diferente.
-¿Diferente? ¿En qué es diferente?
- No sé… - su mirada quedó en suspense – Es como si quisiera salir, escapar.
Su corazón latía más fuerza y con más ritmo, desbocado.. Apretó la mano de su madre en su pecho.
-¿Ves? Ahora parece que quiere escapar, salir. –explicó Marcos
-Tendrá que adaptarse a su nueva casa, extrañará al amigo que  te lo ha prestado. Por eso es muy importante que le hables y que le cuentes los juegos que haces, los amigos que tienes, las ganas de vivir,…
-Y este amigo, ¿dónde está ahora? – Se quedó con la pregunta en los ojos.
-Pues no lo sé. Pero seguro que estará esperando que tú sepas compartir su corazón.
-¿Y cómo lo podremos compartir? ¿Cuándo lo utilizará él, mamá? – preguntas y preguntas que penetraban directamente en el corazón de su madre. Y continuó:
-Si no tiene corazón lo llevarán a un hospital. Estará en otra habitación. –aseguró.
-Me parece que lo utilizaréis  los dos a la vez. Tu amigo tiene un corazón tan grande que será suficiente para los dos. – Y se calmaron los ánimos.
-Algún día tenemos que jugar juntos en el parque. Los corazones se llevarán una gran alegría cuando se vean  después de tanto tiempo. –Marcos se entusiasmaba otra vez.
-Para conseguirlo debes descansar.- se escuchó detrás.
 Eran las palabras del Doctor que, en silencio, había escuchado la última parte de la conversación. La mirada de Cati se cruzó con sus palabras y alguna lágrima quedó oculta sin querer asomarse.
………………………………………………………………….

Y pasó el tiempo. Y Marcos volvió a vivir. Volvió a sentir el calor de la vida en sus ojos; y  volvió al parque de siempre con sus amigos de siempre, a jugar como siempre y a correr como siempre.
 En ciertos momentos, instantes eternos en otra dimensión, Marcos quedaba quieto, observando sin nada concreto que mirar y con  su corazón latiendo intensamente. Era cuando todo su ser  se iba a otro parque que cada vez conocía mejor; era cuando jugaba con otros amigos a otros juegos diferentes, era cuando se abrazaba a otra madre que lloraba al verlo y era cuando se miraba en los ojos sonrientes  de su nuevo amigo  mientras se intercambiaban cientos de aventuras y cuentos como si ya los hubieran vivido y compartido desde siempre.

"A los generosos por dar a la vida otra dimensión "

lunes, 20 de junio de 2011

EL VENDEDOR DE CRISIS

Crisis es una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución”.

Érase una vez un vendedor de crisis. Nuevo en la empresa intentaba por todos los medios aumentar sus emolumentos con unas horas de trabajo extra como vendedor puerta a puerta. Veinte días llevaba recorriendo las calles de  Crisistown y únicamente había endosado una crisis de juego a un importante entrenador de fútbol, desesperado por los  resultados obtenidos en la presente temporada. No fue una venta fácil pero, al final, había conseguido vender dos lotes completos y, lo más impresionante, pagados al contado.
En estos momentos llevaba tres crisis actuales  a la venta y otras colecciones para completar. Estaban en todos los canales de televisión y la empresa había dedicado un presupuesto elevado a la promoción de sus productos estrella.
-¿Si? ¿Quién es? – era la voz de una mujer mayor que sonaba  a nasal y con sordina.
-Soy el vendedor de crisis. Y llevo  unas muestras  imposibles de rechazar. Sin compromiso le puedo hacer una exposición detallada de sus ventajas e inconvenientes y le asesoraré, sin ningún tipo de cargo, cuál le podría ser más beneficiosa. – Explicó acercándose al interfono  lo que le permitía el maletón de cuero con incrustados "especiales"  de marroquinería  que transportaba.
-No sé. En estos momentos estoy viendo un programa de crisis amorosas y como comprenderá…
-¡Nada que hablar!- la interrumpió- Llevo en "oferta" tres crisis amorosas que le será difícil rechazar. Es el NO VA MÁS en crisis de este tipo- convencía a sus víctimas sin darles tiempo a respirar. Le habían asesorado que el buen vendedor era AGRESIVO, IMPULSIVO, CARADURA y SIN ESCRÚPULOS. El LEMA era  “LO IMPORTANTE ES VENDER … Y COMPRAR”
Un sonido metálico rasposo indicó la apertura automática del portal. Buscó el ascensor y … la subida hasta el cuarto piso se le hizo eterna. ¡Las crisis pesaban lo suyo! Se planteó el viajar con un muestrario más reducido para evitar estos trastornos. Además muchas de las crisis que le obligaban a llevar en el crisistrario apenas tenían salida y habían quedado en el baúl de los recuerdos. ¿Quién iba a comprar, en los tiempos que corren, crisis institucionales, crisis de los controladores, crisis políticas, crisis económicas  o crisis financieras? Ahora…
-Llega usted cansado, ¿eh? Es bastante joven para que le pesen tanto los años y las pocas crisis que pueda  llevar.- Se lo decía una señora bien parecida, con  pelo grisáceo  recogido en un coleta que la hacía caer hacia adelante sobre  el hombro derecho.
-¿Todavía quedan bloques de este tipo sin ascensor? – se quejó resoplando y apoyando el maletón sobre una alfombrilla de WELCOME.
-¡Ay, si yo le contara!-suspiró-  Pase, pase, que le prepararé una cervecita fresca para que se recupere. Cierre la puerta y póngase cómodo. – despareció en la cocina.
En la sala de estar, amplia y sin apenas mobiliario pudo contar a simple vista diez o más crisis. Algunas se notaban llenas de polvo, otras descoloridas y unas pocas estrafalarias y hechas añicos en un rincón al lado de una badila que sujetaba una pequeña escobilla para recoger.
Absorto en estos análisis de crisis pasadas sintió la invitación de la anfitriona a sus espaldas.
-Se habrá dado cuenta que he sido una excelente cliente de su empresa. – sonrió y quiso aclarar-  Esas del rincón las tiró mi nieta el otro día; pensaba pegarlas con  Superglu, pero creo que  no merece la pena. Hay que renovarse o morir. –y se sentó en uno de los dos taburetes que acompañaban a la mesa camilla. – y continuó-. Aquella crisis financiera con tildes americanos  se la compré a un representante de un banco, al igual que esta crisis económica de estilo modernista. Me hizo un buen precio, digamos que un dos por uno, un Cafur, en nuestro idioma. Pero nunca les he sacado provecho. Eso sí, apenas las he utilizado y lo único bueno que tienen es que se les quita el polvo rápidamente. Están relucientes como el primer día. Las he querido vender en el mercadillo de los martes, pero he desistido. Hay demasiada oferta y poca demanda. ¡No te las quieren ni regaladas! Pero ya verá como en unos pocos años serán joyas de coleccionista. Mire, esta hace escasamente tres meses que me la regaló mi hijo.- alargó la mano y señaló el sobre que estaba encima de la mesa-. Él la compró en el 2008 a una promotora de las que prometían. Pagó un dineral por esta crisis hipotecaria. Fue un obsequio especial por mi cumpleaños. Lloraba, bueno, lloramos. En el fondo  le tenía mucho aprecio. Pero sólo en el fondo. Mi nuera me entregó una crisis matrimonial, más actual, más modesta. Fue un auténtico detalle. Nunca lo hubiera esperado. Se lo agradeceré toda la vida. La tengo guardada  en la habitación. Lo que más siento es que mi difunto marido que murió de una crisis de ansiedad que repartieron en las cestas de Navidad cuando lo incluyeron en un ERE que no ERA necesario no pudiera vivir estas crisis familiares  Si levantara la cabeza…
Se calló de repente y lloró un poco. Sacó un klinex usado.
-Perdone , es que siempre que menciono a mi Justino me viene a la cabeza una crisis emocial y …
-No se preocupe, me hago cargo. La entiendo perfectamente. – Le dio unos golpecillos en  la rodilla en señal de consuelo.
-Gracias, muchísimas gracias. Hay pocos vendedores que sepan hacer el trabajo como Ud.
-No le voy a vender nada esta vez, -aclaró-. Le voy a regalar, como cliente especial, las crisis más actuales del mercado. Y espero que las sepa gestionar en su propio beneficio durante muchos años. –abrió los anclajes del maletón. – Primero esta crisis de mala leche- con el rulo de extender masa correspondiente-, una crisis pedorrera y urinaria con el sacacorchos de acero inoxidable y orinal en cerámica a juego; y,  para terminar y completar el lote, una crisis de muy señor mío, para que pueda presumir delante de sus vecinas. ¿Qué le parece? ¡Alegre esa cara, mujer! - y le estrechó las manos con efusividad...
Dos minutos después, la cerveza se había calentado en los vasos pero Señora y Vendedor se servían en plato único una crisis amorosa y otra taurina que volvían a reponer en el canal 4 por enésima vez. Todo un detalle.


sábado, 18 de junio de 2011

RECUERDOS



                    “A un hermano que se fue sin leer sus recuerdos”

                Érase una vez un recuerdo muy lejano, un recuerdo de una historia o de un cuento en el que la mente se convierte en protagonista principal y es tan libre que sólo se puede controlar desde el interior.

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            “Cuando tenía 6 años un señor de barba blanca, que visitó la casa de mis padres, me regaló una caja de madera de chopo, redondeada como los platillos volantes y barnizada en un color castaño mate. Era como una caja cualquiera con un pomo que sobresalía en la parte superior pero no tenía tapa alguna  que  yo pudiera abrir.
-Para que guardes en ella todos tus recuerdos- me dijo al entregármela
La caja daba vueltas de observación entre mis manos buscando no sé qué.
 -¿Y cómo guardaré  las  cosas en ella? Si no tiene tapa – fue como una aclaración de mis  dudas.

-No te preocupes, sólo con pensarlo tus recuerdos se irán almacenando en su interior, hasta que los necesites. Su funcionamiento es muy simple. Mira, si me das un fuerte abrazo ahora, puedes guardar en la caja el recuerdo de este abrazo. 
Le di el abrazo y no dije nada. Con la caja entre las manos me senté en un banco fuera de la casa y recordando el cuento de Alí Babá y los cuarenta ladrones o el de la lámpara de Aladino la froté sin saber por qué. Utilicé las mangas de la camisa,  los dedos de la mano, los pantalones… Nada sucedió.  Sin embargo  tenía la esperanza de encontrar en su interior el tesoro con el que siempre   había soñado.
Ha pasado mucho tiempo, no sé cuánto. Debe de ser mucho porque ya no conozco a nadie. Cada día me encuentro en un lugar diferente y con personas diferentes. Dicen que me conocen desde hace muchos años,  pero estoy seguro que mienten. Yo no los conozco de nada. Son personas extrañas que viven en mi momento  presente. Me pregunto dónde han ido las personas que siempre han estado a mi lado, sus imágenes y sus recuerdos. 
                                                     
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He encontrado una caja redonda de chopo barnizada de castaño mate y, lo más extraño, carece de tapa. No se le ve cerradura alguna o resorte  para  abrirla. El hecho de tomarla entre mis manos temblorosas me transporta a lugares o momentos que sé que  conozco o que he vivido pero que no acabo de situar. Siento que son parte de mí pero se me escapan al menor intento de razonamiento. Es como si esta caja la hubiera tenido antes en mis manos aunque  ahora la noto  más pesada.
Y así me quedo,  mirando el objeto de mis cavilaciones y dudo si quedarme dentro de esos recuerdos del pasado para seguir viviendo en el futuro o vivir en el futuro libre de esos recuerdos del pasado”.

                            …...........…………………………………………......…………………….

Cuando lo descubrieron ya no le temblaban las manos. Las mantenía entrelazadas  protegiendo una caja redonda de chopo, barnizada en color castaño mate. En la parte superior se había abierto una pequeña tapa y en su interior no se encontró  nada, sólo un espacio vacío lleno de recuerdos futuros.



  
... un espacio vacío lleno de recuerdos futuros.

miércoles, 15 de junio de 2011

LA LLAVE


Día mundial de toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez

           Me cuentan que Blas ha estado trabajando toda su vida, desde que tenía dieciséis años hasta los setenta y tres que tiene actualmente. Son cincuenta y siete años de vida laboral ininterrumpida sin descansos obligatorios por enfermedad o notarías. Son servicios en la portería de un bloque de pisos anejos y añejos, con sabor a roble y azulejos pintados a mano y ascensor tipo confesionario con polea doble. Son tantas vidas las que han pasado por sus manos que ahora, ya encallecidas, no notan el desgaste de las cerraduras.
Tenía y tiene tal capacidad memorística que no existía movimiento alguno en la comunidad  que no quedara registrado en el “pen drive” de su lúcido cerebro:
“El perro de la señora Lurdes que  quedó encerrado en el patio de luces todo el día”,
“El grifo abierto de la cocina de Don Julio”,
“Las visitas a la señora Paqui del primero primera, enferma, con un poco de compra del Supersol”,
“Las llaves del cuarto B que olvidó Rosa”,
“El pobre don Jacinto, que vivía solo y que se arrojó desde el sexto piso¿?”,
“La presencia de la policía  buscando un ladrón  de bolsos al tirón”,
“El incendio de la mesa-camilla de la Sra. Julia del segundo C, ciega y sorda”,
“La atención a Josefa en el parto, que había roto aguas y se encontró con un niño llorón de casi cuatro kilos, Iván, al que tuvo que cortar, él mismo,  el cordón umbilical,... “
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Son tantos los recuerdos dados, tantas miradas perdidas, tantos saludos olvidados, tantas manos extendidas  que el bagaje de su alma quedó exhausto, limpio de polvo y paja, vacío.
Ahora le ha tocado vivir otra vida diferente e intentar llenar el alma con nuevas experiencias y nuevas actividades. Y se ha encontrado, de repente, que no tiene nada que hacer. Todo su cuerpo  se ha dormido. Se niega a seguir buscando un sentido a la vida y no responde a la actividad de su cerebro. Ya no es capaz de estrechar las manos extendidas, no responde a los saludos de los vecinos, olvida cerrar la puerta del entresuelo primera donde ha vivido siempre, sus luces están siempre encendidas, las persianas no dejan ver la claridad exterior y el mundo se lo ha tragado.
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Sentado en un rincón de su portal de siempre lleva la cuenta de las personas que cortan su mirada. Una, dos, tres, cuatro... Se para y vuelve a comenzar: una, dos, tres, ...
Iván se sienta a su lado sin decir nada. Lía un cigarrillo y se lo pasa sin darle importancia. Se lo enciende. Después se prepara uno para él. Fuman los dos en silencio.  Es Iván el que rompe el hielo.
-¿Sabe que el Sr. Juan dejó el gato en el balcón y se marchó de vacaciones? Me llamó hace un momento para que entre, le de comida y deje abierta la puerta..
-.... -una mirada solamente fue la respuesta.
- Y Pura, la del cuarto A, está bastante mal. Tiene una tos muy fea. Y como vive sola tengo miedo que...- se paró  de repente al ver entrar en el portal un joven corriendo perseguido por dos policías municipales que se pararon justamente en el dintel del portal.
-¿Tiene alguna otra salida esta portería? - solicitó el más joven de los polis
-No. Y desde la terraza no se puede saltar a ninguna parte. - aclaró Iván.
Casi al instante, el mismo joven apareció escabulléndose entre los dos municipales y se escapó calle arriba provocando  los gritos de algunos transeúntes y alejándose de los  "alto, alto " de la policía.
Blas apenas se inmutó. Siguió dando caladas al pitillo y se giró hacia Iván, que se había levantado por inercia.
-¿Estás seguro que desde la terraza no se puede saltar hacia ninguna parte? -  Y esperó  una  respuesta que nunca le llegó mientras daba la última calada al cigarrillo.
- Ud. y yo tenemos que hablar. - dijo Iván seriamente.
Entró en el portal, tomó el ascensor y pulsó Ático B.  Subió dos tramos más de escaleras hasta la puerta de la terraza. Eligió una de las llaves del mazo que colgaban de su cinturón,  y abrió y cerró la puerta dos veces hasta estar completamente seguro que cerraba correctamente. Después inició el descenso pensativo y mascullando palabras que nadie logró  entender.
Al llegar al portal Blas ya se había ido. Sobre los escalones  había quedado una llave muy usada con una etiqueta de cartón ennegrecido y con una sola palabra,  una llave que Iván conocía a la perfección.

A la "edad" para que siga viviendo intensamente

martes, 14 de junio de 2011

PETER, EL AMOR SECRETO DE RACHEL

Era la primera vez que se encontraba "solo". Estaba desorientado y por más vueltas que daba todo  resultaba extraño, extremadamente grande  y desconocido. ¿Dónde estaba su hermano Coro? ¿Y sus hermanas Claudia y Rufa? Aquello era para volverse loco. ¿Y sus compañeros que ladraban tanto que no le dejaban pegar ojo en toda la noche? Ahora lo comprendía ¡Estaba secuestrado! Las caricias  que le habían proporcionado antes de colocarlo en aquella cajita de cartón mullida con una mantita de tacto adormecedor habían sido un engaño. Se dejó llevar inocentemente, sin desconfiar…

Recordaba que unas manos suaves lo extrajeron de la caja de cristal, lo colocaron en un cálido regazo y  le recorrieron en forma de caricia  todo el dorso desde la cabeza a la base de la cola, una y otra vez. Hablaban en un idioma raro que no alcanzó a descifrar ni el significado ni las intenciones pero sí el placer y el repelús de unas caricias.
Y allí estaba en el medio de un salón  mucho más amplio que su caja de cristal transparente sin ninguna visibilidad al mundo exterior. La puerta cerrada a cal y canto y las ventanas a tal altura que, por más que lo intentarse, nunca llegaría  a poder asomarse.
 En un rincón habían depositado un recipiente con un poco de leche y, en un plato adjunto, algo de comida. No tenía mal aspecto pero, por prudencia, mejor no comer nada. Detrás y al lado de un sofá, la caja de cartón con la manta de colores a la que le habían seccionado  un lateral para facilitar el "acceso" a su interior.  En esos momentos fue lo que decidió. Tumbado sobre la manta  esperaría acontecimientos.
El clic de una llave en la cerradura lo puso en guardia. Se le erizaron los pelos del lomo, cambió la expresión de su cara, enseñó sus dientes y se dispuso a vender cara su juventud.
Peter pensando
-¿Peter? ¿Qué hace mi chiquitín? –fue lo primero que pronunció Raquel antes de volver a cerrar la puerta. -¿Me has echado de menos, verdad?
-Uy, uy, uy! Esta debe ser la secuestradora. Y no me llamo Peter, ¡me llamo Pedro! - y emitió un bufido de león manso y ocultó su cuerpo en un rincón de la caja.
Sin soltar los dos paquetes de la compra Raquel se puso de cuclillas delante de la pequeña mansión de su gatito recién adquirido. Era una preciosidad. S0lo tenía dos meses y había quedado enamorada de su pelo blanco y negro. Algo en sus ojos la convenció a pesar de haberse prometido nunca tener un animal de compañía en casa. No disponía de tiempo necesario para sus cuidados. Y ahora, ahí estaba, no había vuelta atrás. En el fondo pensó que merecía la pena. Ahora siempre habría alguien esperándola en casa.
Se irguió, dejó la mercancía sobre la sobremesa de la cocina y volvió donde su enamorado. Lo robó de la caja y lo colocó en su regazo. Se sentó en el sofá  y  lo acarició con suavidad. Después lo levantaba con las dos manos y lo zarandeaba sin dejar de mirarlo. ¡Qué pequeñito era!
-Miau, miau, miau, ¿quieres soltarme de una vez?
-Hoy mismo te compraré una canastilla para que duermas cómodo y abrigado todas las noches.
Ahora Peter pudo ver de cerca su cara. La secuestradora sonreía y parecía feliz. No le veía malas intenciones pero él se sentía cada vez más atemorizado. Movió sus patas traseras como pudo y con energía  hasta que consiguió que lo volviera a depositar en el suelo.
-Pfufffff, fuffffff- bufó. -Menos mal que me has dejado. Te iba a morder en un dedo o arañarte la cara.- fue el pensamiento fugaz de su alma felina.
 Se sacudió un poco y levantó el rabito en señal de triunfo.  El esfuerzo y la sorpresa le dieron  sed y con decisión se acercó al cuenco de leche y lamió  lentamente un poco  hasta calmársela. Después probó la comida con desconfianza. Tenía buen sabor  y, sin perder de vista a la desconocida, comió un poco más. Después de relamerse  los laterales de su hocico, se sentó, inclinó la cabeza hacia su derecha y  mantuvo su mirada fija en la persona que lo observaba desde el sillón, poniendo especial atención a sus movimientos.
-¿Eh, tú? ¡Tengo que hacer pipi! ¿No querrás que lo haga en el medio del salón o dentro de mi cama? Miau, miau,… - Se movía en círculos persiguiendo su propia cola.
Raquel lo miraba embelesada. Miraba cómo daba vueltas en busca de la cola, cómo se acercaba a la comida otra vez, cómo entraba en la caja donde estaba la manta, cómo salía de nuevo y como se hacía pipi en el medio del salón.
-Te lo dije. –Señaló la marca de sus poderes
                Raquel se deslizó del sofá y se acercó lentamente reptando hasta casi tocarlo con la mano. En su lugar alargó el dedo índice de su mano derecha y lo movió  sinuosamente delante de sus narices. En un principio Peter no hizo nada sino seguirlo con su mirada. Después intentó atraparlo con su pata derecha primero, después con la izquierda, pero siempre se le escapaba. La solución fue lanzarse de golpe sobre el juguete animado con las dos zarpas y con la boca. Era su momento de caza y de gloria.
                - ¡Para, para, fierecilla! – Susurró Raquel- ¿Quieres comerme el dedo, eh?
Peter disimulando
                De un golpe lo atrajo hacia sí y le hizo carantoñas en todas las partes del cuerpo. Las más placenteras en la barriguita. Peter entregó la confianza a aquella desconocida que no paraba de proporcionarle los momentos más dulces y entrañables de su vida. Se dejó hacer y no paró de mover sus patas traseras y delanteras riéndose como  un descosido.
                En una tarde Peter disponía de todas las comodidades posibles para su estancia en aquella casa  y su adaptación fue meteórica. La caja de cartón fue sustituida por una canastilla de colores con un blando y mullido colchón  que junto con la manta era símbolo de suavidad y confort. En otro rincón Raquel había preparado una caja rectangular con arena en su interior. Peter lo recorría y probaba todo. Saltaba los bordes de su cama, caía de hocicos y se volvía a levantar. Visitó la caja de arena y probó con su pata hacer agujeros.
                -¡Me gusta este cuarto de baño! Miau, miau.
                Todas las noches cuando Raquel se ausentaba para ir al trabajo, los ojos de Peter se mantenían cerrados.  Raquel trataba de no despertarlo caminando de puntillas hasta la puerta de salida, la abría y la cerraba, pero antes de que la llave diera la primera vuelta, de los ojos de Peter  se escapaban y resbalaban lágrimas de colores que no podía contener.
                -Miau, miau, mañana ya no lloraré. –se lo prometió a sí mismo. Palabra de gato.
                Tres días después, Peter ya adivinaba, al momento, la llegada de Raquel. No esperaba en su canastilla nueva. Se sentaba delante de la puerta y sin pensárselo dos veces se lanzaba hacia los pies de su salvadora circulando a su alrededor y rozando todo su cuerpo  contra sus piernas esperando que lo cogiera y se repitiera, como en el día anterior, el juego de las cosquillas en la barriga para defenderse como gato panza arriba.
                -Miau, miau, miau.

                Para una doctora muy especial que le gusta el cortado y usa el tocador como los gatos

viernes, 10 de junio de 2011

CUENTOLANDIA

             Estamos en tiempos de:


"El muerto al hoyo y el vivo al bollo"
"Tienes más cara que espalda"
"Vaya morro tienes"
"Quien hizo la ley, hecha la trampa"
"A rio revuelto, ganancia de pescadores"
"El pez grande se come al chico"
"Ali Babá y los cuarenta ? ladrones"
"Comes tanto que pareces un pozo sin fondo"
Quien la junta preside, casi siempre es quien decide.
Quien la justicia reparte, no puede ser juez y parte.
Quien tiene el estómago lleno, dice: ayunemos.
Quien una vez fue ladrón, reincide si halla ocasión.
Ratones, arriba, que no todo lo blanco es harina.


"It's the story of a place called Mouseland. Mouseland was a place where all the little mice lived and played, were born and died. And they lived much the same as you and I do.
They even had a Parliament. And every four years they had an election. Used to walk to the polls and cast their ballots. Some of them even got a ride to the polls. And got a ride for the next four years afterwards too. Just like you and me. And every time on election day all the little mice used to go to the ballot box and they used to elect a government. A government made up of big, fat, black cats.
................
So they put him in jail.
But I want to remind you: that you can lock up a mouse or a man but you can't lock up an idea ".

Tommy Douglas, político socialdemócrata canadiense y activista que dedicó gran parte de su carrera política a cambiar el sistema de salud canadiense por el sistema de salud pública universal.


jueves, 9 de junio de 2011

PUNTO

......................al punto. No tiene punto de comparación.

                 Érase una vez un punto,  grande o pequeño, el punto blanco de los calcetines o un punto de color cualquiera. Pero era sólo un punto. Había vivido de forma categórica e independiente, sin dar nunca el brazo a torcer y, cuando peor le pintaban  las cosas, exclamaba de forma redonda invocando a Blas, el de las cigüeñas verás: "Díjolo Blas y punto redondo". Lo digo yo y punto. Discusión acabada.
Fue la época de una dictadura del punto. Era obligatorio, y hasta conveniente, andar con unos cuantos puntos  en los bolsillos o en cualquier otra parte del cuerpo. Poseían un valor añadido -sobre todo los del alma-, como el IVA y los podías intercambiar en tus relaciones sociales. Con el paso del tiempo  o te daban  prestigio y  carácter señorial o te hundían  en la más punta de la miserias.
Hubo movimientos de "Contrapunto" que lucharon denodadamente contra él e intentaron hacerle la zancadilla muchas veces con la coma -medio punto- o el punto y coma; hasta se inventaron el bulo de que tenía un hermano gemelo con los dos puntos, o hijos no reconocidos con los puntos suspensivos, que no se entendían, que se odiaban, con la técnica de divide y vencerás. Inútil todo. Su poder se mantuvo intacto y daba igual que fuera punto y  seguido que punto y aparte.
Tampoco lo mejoraron los movimientos "Propunto". Lo ensalzaron en estatuas como cabeza visible o como sostén  en las admiraciones ¡! e interrogaciones ¿?. Cortinas de humo que se perdieron en verticalidad y en desequilibrio.
Sea como sea, su poder se ha expandido de punta a punta y ahora, para ser libre, te obliga,  a punta de pistola, a llegar en punto al punto de encuentro y a buscar los puntos más importantes para ganar, al menos, por puntos.
Y cuando ya piensas que todo está a punto y se asoma tu libertad  vuelve a ponerte los puntos sobre las íes  o recurre, para que todo cobre sentido, a un punto negro seguido del punto final.

domingo, 5 de junio de 2011

SERGIO



 
Día cinco de junio señalado
como histórico acontecimiento
una vida y un futuro soñado
llamando a las puertas del Bierzo.
Que sea por fin protector
de  apellido que se va,
que grabe en el fuego del sol
"Sergio: yo soy el guardián
del Fernández  que ya soy
del Fernández de familia,
del Fernández de León".



Al protector y guardián de los Fernández

viernes, 3 de junio de 2011

PEPITO O EL CUENTO DE LAS PALOMAS

Todo el mundo lo vivía pero casi nadie lo conocía. Pepito vivía cerca de mi casa; me imagino que en un piso como el mío, con las mismas habitaciones y los mismos rincones donde transcurre mi vida. Sabía cuál era su portal, ¿el piso? incógnitas de las relaciones actuales.
Hacía ya cinco o seis años que vivía "solo." Solo cuando estaba dentro de su casa. Fuera era imposible verlo sin compañía. Multitud de palomas revoloteaban sobre su cabeza como una aureola móvil  que se desplazaba a medida que él cambiaba de lugar. Era una parte etérea de su personalidad que únicamente entendían las palomas. Un par de puñaditos de mijo, veza o alpiste servidos con cariño a lo largo de muchos años habían establecido un enlace socio-alimentario que nadie entendía y, algunas veces, no compartía.
-¡Vaya engorro con las palomas!
Alféizares de las ventanas, repisas y cornisas repletos de acompañantes que esperaban, sin prisa, que llegara su hora, las once de la mañana, para desperezarse y sucumbir a la visita de Pepito. ¡Cuántas críticas ocultas circulaban entre todos los vecinos! Sin embargo, la mayoría, lo comprendían.
-¿Qué va a hacer, el hombre? ¡Algún entretenimiento deberá tener! - se preguntaban y asentían.
Era un verdadero espectáculo con qué disimulo arrojaba aquí y allá pequeñas dosis de agradecimiento y las gracias que conseguía.
- Ruur ruur rururur ...
- Blanca, baja de esa cornisa; Tani, ¡cuidado con el coche! ¡Eh, Tonino! déjale un poco a Lali. - un continuo intercambio de vidas.
Con la llegada de nuevos emigrantes la familia fue en aumento. Cientos  de rolas o tórtolas y las cotorras que se habían fugado de los zoos, aumentaron el desconcierto de toda la vecindad. Se pensaba que comenzarían las desavenencias entre los propios comensales pero no, la simbiosis funcionó desde un principio y no se vivieron altercados dignos de mención.
Y un día la espera fue eterna. Pepito no apareció en toda la mañana. Palomas, rolas y cotorras  inspeccionaban por turnos el recorrido y la intranquilidad  se fue apoderando de todos ellos. Algunos, incluso, se apostaron en el balcón de su casa, indagando el motivo de su retraso. Todo fue en vano. Ni rastro. Sin saber cómo sus alas temblaban y un canto desconocido invadió  de temor y de malos augurios el ambiente.
La sirena de una ambulancia impuso, primero, el toque de queda en toda la bandada multicolor y, después,  un ajetreado revoloteo  incontrolado que la mantuvo expectante con fuertes latidos de alas  y de corazones.
Veinte minutos tardaron dos fosforescentes humanos en aparecer con  su sustento, con su enlace, con su patrocinador, tendido e inmóvil, en una camilla que se desplazaba rápido hacia un mundo desconocido.
La huida de la ambulancia fue sustituida por una calma chicha  y después la bandada completa inició un despliegue vertical que cortaba con movimientos suicidas el aire  en todas las direcciones. Las aves parecía que habían enloquecido. Unos minutos y el silencio y la ausencia de movimientos reinaron en la calle.
Pocos conocidos, pocos vecinos, pocos amigos acompañaron a Pepito en la despedida. Pero cientos de palomas, tórtolas y cotorras lo escoltaron llenando cornisas y balcones, árboles y antenas hasta que su morada quedó sellada rodeada de cipreses.
Y allí hicieron y hacen guardia, por turnos, hasta que llega la hora y se inicia el revoloteo y el cortejo de  las once de la mañana mientras  una mano invisible distribuye unas pocas semillas de mijo, veza o alpiste  en señal de agradecimiento.
- Ruur ruur rururur ...
- Blanca, Tani,  ¡Eh, Tonino! déjale un poco a Lali. - y continúa el  intercambio de vidas.