"A los que escuchan, aunque sólo sean cuentos"- Papá, ¿Me contarás un cuento hoy?-pidió Laura mientras intentaba subirse los amplios pantalones de la H. Kitty.
-¡Anda, vístete y deja de pedir! - El padre le ayudó a vestirse la parte superior del pijama con una gran gatita en el pecho-. Ahora esta manga - indicó -. Así. Y ahora la otra...- acabó levantándola hasta la parte delantera de la cama y la recostó sobre la almohada.
Cuando la tapaba con la sábana y una mantita de colores Laura no olvidó insistir en el cuento de aquella noche.
-Ahora el cuento. -Y especificó– Quiero el cuento de la gatita.
-Está bien. Pero solamente ese, recuérdalo.
Apagó la lámpara-móvil del techo y encendió una suave y cálida luz de mesilla. Se sentó sobre la alfombra y empezó.
-“Érase una vez una gatita que tenía cuatro gatitos…”
-¡No, ese no! El de la gatita que entró en una cocina a buscar comida y la señora le quería pegar con la escoba - detalló Laura.
-Pues eso decía yo. “Le quería pegar con la escoba porque había entrado a robar la comida de sus gatitos y que había dejado encima de la mesa…”
-Papá.., ¡pero si la comida era de la gatita! Y-no-te-ní-a-ga-ti-tos. Lo que sucedió fue que, sin querer, pisó el plato y toda la leche se fue al suelo…
-Ya –el padre se golpeó con la palma de la mano la frente como recordatorio.- “Y como la señora acababa de limpiar y fregar el suelo se enfadó muchísimo. Cogió la escoba que estaba detrás de la puerta –ralentizó su explicación- y la lio a golpes detrás de la asustada gatita. De un salto, se encaramó en los armarios y fue tirando al suelo sartenes, cazuelas, platos… hasta que pudo huir por la ventana que daba a la calle.”
-¡Qué exagerado eres papá! ¡Cada día te inventas una historia diferente! –cambió el tono-. La gatita se quedó quieta debajo de la mesa sin saber qué hacer. No podía escapar. Y cuando la señora le iba a pegar con la escoba…
-“¡No le pudo pegar – la interrumpió-, porque le dio pena! ¿Verdad? Tenía unos ojos azules como tú y una mirada tan mimosa... La señora se agachó despacio, dejó la escoba en el suelo y cogiendo la gatita en su regazo, la empezó a acariciar mientras vertía un poco más de leche en el plato vacío.”
A Laura le costaba ya mantener los ojos abiertos.
-Mañana te contaré el cuento del papá que olvidaba todos los cuentos.
-No. Ese no, papá. Es el más corto de todos – reía en sueños. Cerró los ojos y se durmió en el cuento.
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