-Y ¿por qué quieres pintar la luna?-se sorprendió mamá.
-Quiero que sonría. Está muy sola allí arriba.A mí me gusta cuando está contenta y me mira.
Una luna de Yago |
Era una noche brillante donde una luna, redonda y plateada, dominaba el firmamento con su forma y soledad. Hasta las estrellas se ocultaban en la oscuridad sin dejar rastro.
-¿La ves, mamá? El sol la ha dejado sola.
La aclaración dejó muda a su Madre y las manos libres a Yago.
...
Dispuso cuidadosamente todos los colores delante de sus cartulinas. Se tumbó a lo largo y, colocando su carita redonda entre las manos, con los codos apoyados en el suelo, dejó que los pies se balancearan lentamente entrecruzados, arriba y abajo y arriba y abajo y esperó.
Pocos seguntos después, un color rojo, con un largo vestido de palo, se plantó delante de sus ojos insistiendo en su ofrecimiento.
-Quiero que la pintes de rojo, Yago.- vocalizó el color, intentando dar autoridad a su petición.
-No, no. Se quemaría y yo no la podría tocar.
-¡Píntala de verde! ¡Píntala de verde!
-No podría jugar en el jardín con ella. Se perdería entre la hierba.
Yago se levantó y volvió al ventanal del salón a contemplar la luna. Desde la distancia escuchaba las voces, los susurros de los colores, sus disputas y peleas por ser los elegidos.
-¡Mejor de azul !-gritaba uno pintando círculos azulados en la mesa.
- ¡De negro, de negro brillante! - uno que patinaba con gafas negras, guantes negros y un gorro negro.
Yago dudaba en silencio. Si la pintaba de azul no llegaría a ser ni estrella y se la tragaría el cielo azul o se ahogaría en el azul del mar.
-De negro, no.- y dibujaba el NO con la cabeza - Sería como una mancha de tinta llena de oscuridad y no veríamos nada. Los gatos se perderían y los aviones no podrían volar y...
...
-¡La pintaré de BLANCO Y DE PLATA! - y saltó y saltó hasta despertar el interés de la luna dormida y las estrellas cercanas.
...
En pocos minutos quedó plasmada en una cartulina azul, una luna redonda, pintada de plata, con dos ojos grandes y una enorme sonrisa blanca.
...
-Mamá, ¿Puedo dormir con ella esta noche? -suplicó Yago, mientras su madre lo acurrucaba entre las sábanas y el edredón
-Claro que sí. -y le colocó su luna sobre la almohada.
La luna de Yago |
Por el ventanal, la luz blanca de la noche se acercó a la cama y Yago soñó. Soñó que la luna lo miraba, que jugaban al escodite entre las nubes del cielo, entre las estrellas, entre las olas del mar, en la oscuridad de la noche y entre la hierba. Su risa siempre la delataba.
- ¡Un, dos, tres por la luna! - y la encontraba-.
Al despertar, Yago ya no la vio en su cama. Corrió al ventanal y allí estaba su luna sonriendo en lo más alto del cielo de la mañana.
Para Yago, un dibujante de cuentos.
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