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Nací como un cuento. Crecí como un diario y pienso irme como una historia.

miércoles, 24 de agosto de 2011

ESTO NO ES UN CUENTO "LA OTRA FIESTA"

            A toda la juventud que tanto tiempo he tenido a mi lado

Los que siguen mi blog saben perfectamente que, salvo algún escarceo  en actualidad política o económica, no suelo aventurarme en cuentos  de otras profundidades.
Estoy disfrutando unos días de vacaciones en una villa coruñesa, Puebla del Caramiñal (“Pobra do Caramiñal”) con vistas a la fecunda ría de Arosa. Es una casualidad que sean las fiestas patronales en  honor de la Virgen del Carmen de los Pincheiros y que multitud de gente invada sus callejuelas, cortas y acogedoras, en un trasiego sin fin inunando sus bares, tascas  y asistiendo a diferentes actuaciones típicas gallegas: la banda municipal que actúa en el Parque, diferentes grupos folklóricos, desfiles de fuerzas del ejército o asistiendo y participando en la guerra del agua donde multitud de jovenes acaban en la playa su particular guerra acuática. Todo esto no me sorprende  y lo veo como lo más natural y sano del mundo y, además, sé que esto mismo se repite hasta la saciedad en cientos de pueblos y villas a lo ancho de toda Galicia para regocijo de sus gentes y disfrute de todos los visitantes.


En la plaza más amplia del pueblo se preparan sendas orquestas para los bailes posteriores. Y allí estamos todos escuchando y bailando, disfrutando de una noche cálida. Una de las orquestas descansa y la otra coge el relevo. Muchos tambíen hacemos una pausa para pasear a lo largo del puerto y aquí viene la sorpresa. Una sorpresa demasiado profunda  que mina las entrañas de quien ha dedicado toda su vida a la educación de la juventud.
Menos de veinte metros detrás de una de las orquestas, en la continuación de los jardines de la plaza, se abre otro mundo, como parte de la ruptura social que afecta a la sociedad española del siglo XXI; otro mundo lleno de cientos de jóvenes que van desde los doce o trece años hasta los treinta, cargados de bolsas de plástico llenas de botellas para  otra fiesta ¿Fiesta? paralela. Allí, entre los ecos de la música de la vecina orquesta,  beben y beben en corros, ajenos a toda la “movida” que ha organizado el pueblo. Viven del otro lado de la línea y permanecen hasta altas horas de la madrugada. Los desmanes se dejan ver rápidamente y los estragos del alcohol son insaciables.
Esto es lo que hace que vuelva la vista atrás, cuando estábamos esperando el sonido de las bombas  que anunciaban la fiesta de algún pueblo o ciudad con la descarga de adrenalina que eso suponía para la juventud. Eran momentos para divertirse bailando y tomando una copa en  compañía de los amigos y amigas. Eran años que podríamos haberlos  dedicado a beber y beber, a hacer nuestro botellón y , sin embargo no se hacía. Primaba la diversión sana a la diversión alocada e inconsciente de la vomitera etílica.
Quiero buscar, haciendo un esfuerzo mental, qué  es lo que fuerza a estos jóvenes a decidir entre bailar en la plaza con la música de las orquestas, disfrutar de un paseo al lado del mar, abrazar a su pareja, contemplar las estrellas o el reflejo tembloroso en el mar de la vida de pueblos lejanos o beber y beber hasta que el cuerpo aguante? ¿Qué es lo que hace que la juventud tenga dudas si es más placentero un beso de la persona querida mientras paseas o bailas o el sabor amargo del borde del vaso de plástico con el brebaje aderezado para la ocasión y otras compañías?
Quizás estos jóvenes deberían verse desde el otro lado de la línea que los separa de su realidad. Contemplar toda la parafernalia que organizan y valoren, después de ver los estragos que afectan a chicos y chicas de hasta  doce o  trece años, si merece la pena o realmente deberían ponerle freno de alguna manera.
Yo le llamo a este botellón red social etílica por sus efectos perniciosos. Al igual que las redes sociales, anula la mente de quien lo practica sin la debida precaución y lo deja entre los brazos de los mercenarios ideales que surgen del subsconciente de la persona.
La vida de un/a joven no puede depender de un botellón semanal y la resaca posterior. Habría que analizar qué es lo que falla o lo que ha fallado para que puedan encauzar de nuevo su vida o  corremos el riesgo de perder una juventud, maravillora y bien preparada, que carece o adolece de los medios adecuados para saber diferenciar la vida divertida de los viernes y sábados noches  de  los cuentos de fantasía.

2 comentarios:

  1. Me veo obligada a decir que perdí las gafas en la playa, las del libro y la rosa. Las encontraron 15 minutos después, en la misma linea que mi toalla; 15 metros adentro. La D y la G intactas, literalmente. Hablando de literal.... El libro se lee con otros ojos y la rosa sigue junto el clavel, que observa des de la coca cola y no envidia para nada cambiar la bebida. Y podríamos cambiar la be por una V o por un 15.

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  2. Siempre cambio la b por la V. En las apuestas al 15 le llaman "la niña bonita". Dicen que les da suerte. Podrían así encontrar antes las gafas.

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