“Cuando observas los gorriones en el suelo te das cuenta que caminan de una forma muy particular: dando pequeños saltos"
Cuentan que, en tiempos pasados, los gorriones y sus primos los pardales ganaron un concurso de belleza y pasarela. Sucedió en el País Vasco[1], hace unos cuantos millones de años.
Gorrión común: Passer domesticus |
La familia de la última especie de aves en peligro de extinción, gobernante de la casa señorial Los Garrire[2] , decidió, siguiendo las instrucciones de la bruja lechuza, organizar un concurso entre todas las aves para elegir el prometido de su única hija, la princesa Gurriato[3]. Según todos los augurios se tendría que casar con un joven y apuesto volador que cautivara a todos por su belleza, presencia y, sobre todo, por los armoniosos movimientos de las plumas de la cola. Se celebraría un desfile de pasarela el primer día de la primavera para elegir el afortunado.
Urracas y cuervos fueron los enca rgados de difundir, por todos los rincones de los bosques, los deseos de la princesa y, en pocos días, la proliferación de candidatos superó todas las expectativas.
En aquellos tiempos los gorriones y pardales caminaban tan armoniosamente por las ramas de los árboles y caminos y los movimientos de su cola eran tan cautivadores que todas las pajaritas en edad casadera caían rendidas a sus patas. Eran el ejemplo a seguir en todas las revistas pajareras de la época y no había convención que no llevara a los debates el contoneo de su caminar y el insinuante aleteo de su cola.
Todos los pretendientes envidiaban esa facilidad innata del gorrión para moverse y practicaban horas y horas imitando sus pasos y el movimiento de su cola.
Los gorriones no se conformaban con las encuestas y llevados por la superación, contrataron a escondidas los servicios de una jabalina[4] que en pocas semanas había perfeccionado considerablemente su ya armonioso caminar.
Fue tan aplastante la superioridad del candidato de los gorriones en el desfile de pasarela que la decisión del jurado fue unánime; tan unánime que levantó las sospechas y las envidias de las familias de los cuervos, las urracas, los loros, las gaviotas, las águilas, los halcones, los búhos y las lechuzas y de un gran número de aves que, en protesta, emigraron a otras tierras.
Una guerra encubierta se declaró en contra de los gorriones. En pocos años cientos y cientos fueron presa de las garras de halcones, lechuzas y cuervos; hasta tal punto que se empezó a poner en peligro su existencia como especie.
Gorrión fósil: recuerdos olvidados |
Se convocó un congreso de de gorriones de emergencia nacional para buscar soluciones urgentes. Se analizaron encuestas y se sondearon opiniones. Las discusiones fueron interminables y las conclusiones inapelables. El problema radicaba en la forma de contonearse y en el movimiento de la cola.
Las medidas fueron publicadas y se transmitieron de pico en pico rápidamente. Todos los gorriones y pardales neonatos deberían llevar sus patas y cola ligadas durante los tres primeros meses de vida, y todos los jóvenes que exhibieran públicamente sus habilidades serían castigados con un largo confinamiento casero.
El efecto fue fulminante y los gorriones empezaron a saltar y a saltar y a saltar si querían trasladarse caminando. La reeducación se completó y, en pocas generaciones, dejaron de ser objetos de envidia y empezaron a pasar desapercibidos.
Con el tiempo se trasladaron a vivir en ciudades y en pueblos, donde todavía se observa su forma saltarina de caminar. Y cuando una chica o chico pasa a su lado contoneándose algo genético se mueve en su interior, pero el gorrión, a pesar del recuerdo, sigue saltando.
[1] Existen opiniones que la palabra gorrión podría derivar el vasco gorri que significa rojo.
[2] Meyer y Urtel lo relacionan con Garriones, de garrire charlar
[3] Gurriato es una forma del vocablo gorrión. Esta palabra se cruza homonímicamente con gurriato ‘cerdo pequeño’ que tiene asimismo un origen onomatopéyico.
[4] Jabalina. La hembra adulta del jabalí que ha sido ya madre.
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