Datos personales

Mi foto
Nací como un cuento. Crecí como un diario y pienso irme como una historia.

martes, 24 de enero de 2012

CUENTO DE ESTRELLAS

         A las estrellas que nos guían todas las noches



     Asha había encontrado una estrella en el jardín de su casa. Era una estrella pequeña de cinco puntas  y con los ojitos entreabiertos, los labios amoratados y una minúscula intermitencia que emitía señales de restos de vida en su interior. Si no fuera por estos indicios, Asha nunca la hubiera descubierto ni encontrado y la historia nunca hubiera sido contada.
    En un principio, Asha no sabía qué hacer. Tenía miedo de quemarse  al tocarla, pero, algo en su interior, la empujó a agacharse lentamente y acercar la mano temblorosa para recoger aquel trofeo estelar semi-hundido entre el césped. Al contrario de lo que pensaba, la estrella ya estaba casi fría  y el único calor que notó radiaba de sus latidos, justo encima de su corazón. La colocó  entre sus manos  para protegerla y salió corriendo al encuentro de su madre.
     -¡Mamá!¡mamá! – gritó – ¡He encontrado una estrella en el jardín! 
     Sofocada, abrió las manos y  encomendó, a los cuidados maternales, su estrella.
     -¿Se morirá? –preguntó, nerviosa, sin perder de vista las manos de su madre –.
     -No pasará eso, hija. –la tranquilizó– Las estrellas nunca mueren, sólamente duermen. –acercó las manos a las de su hija– Cuando era pequeña  -continuó-  también encontré una estrella como esta en la arena de la playa. La cuidé durante dos o tres días y se durmió.
     -¿Y qué hiciste con ella?
     La mamá no dijo nada y se encaminó hacia la casa.
     -Te diré lo que vamos a hacer. Al atardecer iremos a la playa, nos subiremos a la barca y, cuando estemos lejos de la arena, depositaremos tu estrella sobre el agua. Le daremos una nueva vida.
     -¡Se ahogará! ¡No quiero que la coloques en el mar! Tendrá frío y  acabará perdiendo la poca luz que le queda –dijo Asha entre sollozos-.
………………………………………………………...............…
     La madre remaba en silencio sobre aquellas aguas tranquilas del anochecer y, Asha, con su estrella,
intentaba darle el último aliento de vida. Se arrodilló  y, cuando acercó  su tembloroso cuenco  a las aguas del mar, cientos de estrellas de ojos brillantes la estaban esperando alrededor de la barca.
     Y se la llevaron de la mano bajo la atenta mirada de Asha y de otros miles de estrellas que la protegían desde la inmensidad.
     - ¿Se pueden contar las estrellas, mamá? - y se quedó mirando el cielo-.
     -Todo el mundo puede contarlas. Mira… Una, dos, tres, cuatro,- las iba señalando con  la mano derecha- cinco, seis,  tropecientas mil…
       Hubo un corto silencio estelar...
     -Ahora habrá tropecientas mil… menos una.
     Y esperó la respuesta en forma de recuento  de la madre.

1 comentario: